lunes, 1 de noviembre de 2010

Despedidas~

Cuanto tenía cinco años adoraba a mi bisabuela. Ella era por lo que yo, con apenas cinco años, conocía la felicidad. Y cuando pienso en ella tres momentos me vienen a la cabeza. El primero eran todas esas tardes jugando con ella. La segunda, la última rabieta que tuve con ella. Y el tercer recuerdo cuando me dijeron que falleció. Mi abuela estaba con los ojos rallados cuando me lo dijo. - ¿Abuela estas bien? le pregunté yo. Ahora que he crecido he pensado muchas veces en mi bisabuela. En las tardes de inocencia. Y las sonrisas sinceras.  Pero no me acuerdo como me despedí de ella él último día que la vi con vida.

Hace un año conocí a una persona. Se convirtio en mi mejor amiga de la nada. Me prometía un siempre que jamás llegó. Mi hizo daño como nadie me ha hecho. Y creo que nadie me hará. Creo que fui demasiado estupida, ilusa, demasiado confiada. Le conté cada parte de mi vida. Y cada sentimiento que tenía. Hasta lo más prohibido conocio. Y un día me enseño realmente como era. Yo no soy de esas personas de las que consigue echar a las personas rápidas. Soy de las que si te conosco quiero que te quedes toda la vida. Chafada a la antigua como diria mi abuela. Pero al saber como era no quizé saber nada más de ella. Y no es que no le diera oportunidades. Porque hasta cuando no tenía que pedirle perdón se lo pedí, salvando una amistad que desde el principio estaba destinada al fracaso. Hace más de seis meses que no se nada de ella. Tampoco quiero hacerlo. Pero confie en ella. Pensé que la tendría para lo bueno y para lo malo. Y no estuvo en ninguno de los momentos. Me defraudo. Tanto, tanto que no quizé confiar en nadie más. Me alejé de ella, de mi. Sin mirar la vista atrás. Sin más oportunidad. Tampoco me acuerdo él último abrazo, ni como fue la última palabra que nos dedicamos, seguramente no sería buena. Solo sé que hay personas que sobrepasan la línea de oportunidades. Tú fuistes una de ella, querida amiga.
Hace no tanto tiempo pero a la vez una eternidad para mi me enamoré. Con tal intensidad. Con tanta fuerza. Que cuando me vine a dar cuenta no tenía vida. Los amigos se habían distanciado porque me centre en ese amor. Mi universo, mi vida, mi organismo, mi motivo de sonreir, mi propio aire lo respiraba por sus labios. ¿Qué vida me quedaba cuando me falto? Ninguna. No era la misma. Había madurado ha base de golpes. Y nunca olvidaré ese amor. Yo soy de las que piensan que el corazón puede aguardar a demasiadas personas. Y a día de hoy me he enamorado dos veces, dos fracasos. Dando todo lo que tenía sin recibir nada a cambio. En cambio esta vez me acuerdo que no hubo despedida, no hubo un te escribiré mañana. O un acuerdate de mi. No la hubo. Se fue. Simple. Conciso. Solo quedamos en una fecha en la cual no aparecio. Me acuerdo del último abrazo, de su aroma y sus manos por mi cadera. Me acuerdo perfectamente como había cruzado la esquina corriendo y gritando su nombre. Haciendo la estupida. Como siempre. Sin saber porque no me he atrevido de volver hablar de todo ello con nadie. Tal vez piense que pertenece al pasado. Pero la verdad es que no tengo con nadie con quien hablarlo. Sobran palabras.

Estas no son las peores despedidas que he tenido. Han sido tantas personas que se han ido. Tantas que siguen a mi lado pero que ya no es lo mismo, que no somos los mismos. Han sido tantas decepciones, desilusiones, fracasos, llantos, gritos de dolor, indiferencia. Creo que de eso se trata el madurar. En aprender de los malos y recordar los buenos. ¿Se dan cuenta que no me acuerdo de las despedidas que tuve con ellos? Es simple el porque. Para empezar odio las despedidas. Y en segundo lugar nuestras mentes es capaz de almacenar más los momentos buenos que esos que tanto nos hacen sufrir. Alomejor podemos tener una ligera idea de algo pero jamás vemos la imagen nitida que cuando piensas cuando fue tu primer beso o él último abrazo, por ejemplo. Cuando tu vida se trata de eso, de decepciones e idas el mundo lo ves diferente. Sientes miedo hasta de la ligereza del viento que asoma por la ventana. No soy la misma, no confio igual, no quiero igual, ni siquiera pienso igual, tengo miedo a perdar a aquellas personas que conozco. Y reconozco que nadie conoce la fuerza que tengo, porque tengo mucha. Nada es tan malo ni nada tan bueno. Tiene todas sus partes. Alomejor ahora puedan lograr entender muchas cosas sobre mi. Alomejor al reeler esto a los años comprendan porque cometí tantas locuras, tantas estupideces. Juró que no soy como las demás. Que puedo comerme el coco más de lo normal y que soy una loca aposianada del amor. Que me dejo llevar por el sentimiento y me falta sentido común. Que no soy perfecta y que cometo tantos errores como los demás. Seres humanos. Somo esos. No pretendamos ser Dioses, no lo somos. En defenitiva todo esto viene a ser que siempre habrá gente que se vaya. Gente que venga y que con el tiempo se desvanesca. Pero la vida continua. Solo tienes que tratar de ver el lado positivo de las cosas.  
 
'Fushh.. y lo que creí que estaría siempre en un segundo se desvanecio. Nunca te volveré a ver.'

No hay comentarios:

Publicar un comentario